jueves, 18 de enero de 2007

Chocolate con pringá


Cuando leía el corrillo de "la canción del moro" me venían a la memoria aquellos otros en que las niñas cantaban una canción con la que, inocentemente, pregonaban, a su entorno inmediato, el nombre del chico que les "gustaba". Las niñas cantoras, llevando el ritmo con sus palmas, formaban una pasillo que la protagonista recorría una y otra vez con los brazos en jarra mientras movía las caderas a ritmo de la letra siguiente:


"La señorita "Pepi" (nombre),
que qué herida está,
se va a morir de pena
de tanto llorar.
Si llora por "Antonio" (nombre)
"Antonio" no la quiere,
la señorita "Pepi"
de pena se muere.

A "Pepi" le vamos a dar
chocolate con pringá
y a "Antonio" le daremos
chocolate con veneno


(En este momento la protagonista invitaba a otra chica a tomar su relevo, tomándola del brazo y dando varios "paseíllos" juntas, con un estribillo de letra extraña, cantado rápido y que mi memoria no recurda bien, pero que, aún así, trato de reproducir)


Que salga usted a bailar
que la quiero ver bailar
con los brazos al aire,
con lo bien que lo baila la moza,
bailando sola, sola en el baile.

La señorita "Toñi"...
(y vuelta a empezar comprometiendo al niño correspondiente)"


Está claro que los psiquiatras, en esa época, no tenían demasiado porvenir, que las penas de las adolescentes se curaban con algo tan simple como "chocolate con pringá" que no caba duda es digno de un análisis "bromato - psicológico", mezcla de lo más deseado en la infancia ante la escasez de chucherías y de algo tan sustancioso como la pringá. Se podría patentar en cápsulas, o en caramelos energéticos con claros efectos quitapenas.
Por el contrario, para los rompecorazones, el castigo era fulminante, mezcla de lo deseado y del fatídico veneno (¿para qué enredarse con más tonterías?). ¡Qué crueldad!. Claro que mientras ellas cantaban, los niños jugaban a sus juegos por los alrededores, incordiando de vez en cuando, pero sin perder detalle. No existía el móvil, pero recibían claramente el mensaje...

3 comentarios:

Meli dijo...

Jaja... qué buena combinación, chocolate con pringá. Lo que no deja lugar a dudas es que la cancioncilla es andaluza... y que los tiempos no son los del Alpiste-fitness de Kellogs.

Juana G. Linares dijo...

En mi pueblo había una ligera variación:
La señorita Pepi
qué triste está
que se va a morir
de tanto pensar.

Si piensa en su novio (o el nombre pertinente)
su novio no la quiere
la señorita Pepi
de pena se muere

A Pepi le vamos a dar
"chocolate con aguarrás
y a su novio le daremos
chocolate con veneno
para que la quiera menos".

Curioso mensaje ¿eh?

chocolate0con0aguarras dijo...

mi padre me la cantaba parecida....

"La pobre "teresita" (nombre),
que qué herida está,
se va a morir de pena
de tanto pensar.
Si llora por "carlitos" (nombre)
"carlitos" no la quiere,
la pobre "teresita"
de pena se muere.

A "teresa" le vamos a dar
chocolate con aguarrás
y a "carlos" le daremos
chocolate con veneno

Que salga usted,
que la quiero ver bailar,
saltar y brincar,
con los brazos al aire,
con lo bien que lo baila la novia,
bailando sola, sola en el baile.

que buenos recuerdos!! mmm... ahora mismo le pido que me la cante otra vez!!